Repensar la ciudad

Independientemente de la necesidad de cambiar nuestras ciudades para hacerlas más sostenibles y favoreciendo la no segregación por niveles de renta, la pandemia del COVID 19 nos ha condicionado el diseño, basado en la evidencia de que la propagación de la enfermedad está íntimamente ligada a la densidad de población.

La previsión de que el 68% de la población mundial vivirá en ciudades en el año 2050, hace que este cambio se centre sobre éstas. Necesitamos ciudades diseñadas con patrones de sostenibilidad, limitando emisiones, aumentando la resiliencia al cambio climático, haciéndola equitativa, igualitaria y saludables, limitando el consumo y la producción a las necesidades reales de cada una de ellas.

Parece claro que debemos tender a comunidades menos pobladas, verdes, inclusivas, seguras y saludables, favoreciendo asentamientos en pequeñas poblaciones y cambiando hábitos en las ya existentes. Un ejemplo de ello puede ser diseños como la ciudad en 15 minutos, cuyo máximo valedor es el profesor @CarlosMorenoFr y cuyo testigo es utilizado por la alcaldesa de París @Anne_Hidalgo.

La idea es tener todo tipo de servicios a 15 minutos en bicicleta, fomentando la relación social de los vecinos y limitado el uso del transporte privado. El fomento del teletrabajo ayudaría a esta iniciativa eliminando los grandes consumidores de energía en los que se convierten los edificios de oficinas. Esta actuación reduce las emisiones de CO2 equivalente, limita el efecto isla-calor, disminuyendo la temperatura de las ciudades, y evita movilidad innecesaria, impidiendo el esparcimiento de enfermedades a las que estamos abocados por la pérdida de biodiversidad.

Hacer ciudades sostenibles e inclusivas requiere del concurso de políticas valientes y audaces de los responsables de la acción pública para abordar los desafíos a los que nos enfrentan los problemas nuevos y los crónicos. Financiación, innovación y tecnología se hacen imprescindibles para llegar a los objetivos.

Una economía, sociedad y actuación contra los efectos climáticos a través de intervenciones hacia la resiliencia, son una necesidad. Nuevo sistema fiscal que se adecue a las necesidades, favoreciendo tareas bajas en carbono de la ciudadanía, amplio sistema de protección a los sectores desfavorecidos, colaboración entre administraciones para un bien común, nuevas zonas verdes de bajo consumo de agua, planeamientos basados en la geometría solar, disminución de densidad edificatoria y medidas similares lucharán contra las justificadas amenazas a las que nos enfrentamos en un futuro inmediato.

Para ello se está fomentando la Nueva Agenda Urbana que define actuaciones a realizar en función de un exhaustivo estudio de la situación, eliminando la arbitrariedad de la ocurrencia que sólo pretende un beneficio individual. Esta Agenda fue considerada como el instrumento eficaz en la cumbre @onuhabitat de Naciones Unidas y ciudades como @Ayto_Caceres o localidades más pequeñas como @aytocasar de Cáceres, han sido seleccionadas por su activo trabajo previo en este sentido.

La pandemia nos ha dado un toque de atención sobre la necesidad de acelerar el cambio del sistema, que deben ir acompañadas del concurso de los ciudadanos. La Agenda urbana bien planificada es un verdadero contrato social entre todos los sectores de la ciudad afectados, especialmente sus ciudadanos. La inacción sólo tiene una consecuencia, el empeoramiento de la situación. Sólo planificaciones y acciones sostenibles en los ámbitos económicos, social y medio ambiental permitirán que las ciudades estén preparadas para la próxima crisis.