La Eficiencia Energética Como Oportunidad

Se entiende por eficiencia energética el cociente entre el efecto realmente conseguido dividido por el que se podría haber obtenido si los procesos energéticos hubieran sido perfectos; es decir termodinámicamente reversibles. No siempre es posible obtener el valor numérico de la eficiencia pero, en cualquier caso, cuanto más próxima esté a 1 mejor es el resultado del proceso y menos energía se necesita para conseguir el efecto deseado (luz, movimiento, sonido, etc.). En definitiva, aumentar la eficiencia energética en todas nuestras actividades disminuye el consumo de las formas energéticas que tenemos a nuestra disposición.

Por otro lado, está el rendimiento que, aunque relacionado con la eficiencia, no es exactamente lo mismo. El rendimiento es el cociente entre lo obtenido (sea cual sea la forma energética) y lo que hemos empleado (también sea cual sea la forma energética que hemos utilizado). A título de ejemplos el rendimiento de una central termoeléctrica es del orden de 0,33, es decir que la electricidad obtenida es la tercera parte de la energía térmica que se le ha aportado a la central, sea esta energía procedente de la combustión de carbón, petróleo, gas natural, biomasa o procedente de un reactor nuclear o un receptor de energía solar de media o alta temperatura. El caso que puede sorprender a algunos es que el rendimiento de un determinado dispositivo puede ser mayor que 1. Eso ocurre cuando la forma energética que obtenemos es de menor calidad que la que hemos empleado para hacer funcionar la máquina correspondiente. Es el caso de las bombas de calor que generan calor de media o baja temperatura y utilizan electricidad para accionar el compresor correspondiente. La electricidad es una forma energética de la máxima calidad (exergía dicen los termodinámicos) y el calor obtenido es energía de baja calidad. El rendimiento de esas máquinas puede ser 2, 3, incluso más dependiendo de las condiciones de funcionamiento, en cuanto a temperatura.

En cualquier caso, el objetivo a conseguir en cualquier proceso energético es obtener una alta eficiencia energética consecuencia normalmente de altos rendimientos de los dispositivos correspondientes que, cuando se consigue, puede entenderse como una fuente de energía muy importante.

Solo por el incremento de la población mundial (de 7 a 9 mil millones) y manteniendo el mismo ritmo de demanda energética actual, en el año 2030 se habría aumentado el consumo mundial un 53 % (55 % en emisiones CO2). Optimizando los procesos industriales, mejorando la eficiencia en movilidad y aislando correctamente las viviendas podemos pasar a sólo un 16 % de incremento del consumo, frente al 53 % citado y, al mismo tiempo, se conseguiría controlar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) hasta sólo un 11 % de aumento.

El alto coste de la energía importada en España convierte a la eficiencia energética un verdadero vector de desarrollo. ¿Qué modelo de desarrollo podríamos tener para España que ahorre 46.575 millones de euros, coste de las importaciones energéticas en 2021? Esta cantidad supone el 13,6 % del total de nuestras importaciones y algo más del 17,44 % de lo que la ONU estima como necesarios para acabar con el hambre en el mundo, 267.000 millones de $ (FAO 2015).