Presión humana sobre el medio

Quienes estudian el impacto de la acción humana sobre el planeta, reclaman límites al crecimiento, alertando, en algún caso, de la posibilidad de un colapso de la civilización a mediados del S XXI.

A partir de las investigaciones de Jonathan Foley y de la arquitecta Margarita de Luxán, que han estudiado la incidencia de la construcción y el urbanismo sobre el medio ambiente, podríamos definir algunos indicadores para tales riesgos en materia de sostenibilidad:

Pérdida de biodiversidad, medida por la tasa de extinción de especies. Perdemos más de 100 especies por millón y año, siendo el límite máximo aceptable el de 10 especies. Para ello, debería frenarse la deforestación, fomentar el uso de maderas de bosques controlados, limitar la ocupación del suelo, primar la rehabilitación sostenible y diseñar los espacios teniendo en cuenta la biodiversidad.

Ciclo del nitrógeno, que provoca aguas muertas. Se solucionaría limitando la utilización de fertilizantes y fomentando el uso de vehículos híbridos o eléctricos – electricidad generada a partir de sistemas renovables-.

Ciclo del fósforo, que perturba la nutrición de las especies. Además de la restricción de los fertilizantes, exige la depuración de los vertidos de purines y mejorar la gestión de residuos, favoreciendo la reutilización de materiales –o la creación de otros nuevos- sin elementos contaminantes.

Cambio climático, medido en concentraciones de CO2 que sobrepasamos un 30% el límite considerado como aceptable. El exceso provoca acidificación de los océanos, muerte de microorganismos, enfermedades y alteraciones del clima, por lo que conviene el uso de las energías renovables, la rehabilitación energética de los edificios, basar el diseño en la climatología existente, la reducción de necesidades de transporte, la climatización por sistemas eficientes, etc…

Consumo de agua dulce degrada los ecosistemas acuáticos y disminuye la capacidad de suministro. Conviene mejorar la eficiencia de los sistemas de riego, los de suministro domiciliario y el aprovechamiento de aguas grises y pluviales.

Destrucción del ozono estratosférico, provocan radiaciones lesivas para humanos, fauna y flora, para lo que deberíamos eliminar hidroclorofluorocarburos.

Las amenazas están detectadas, sus consecuencias identificadas, sólo falta que cada uno actúe en el ámbito que le corresponde. En todo caso, la acción institucional es fundamental para concienciar a la población y limitar las amenazas dentro de su ámbito competencial, y si no lo quieren hacer por motivos medio ambientales que lo hagan por motivos económicos; menos gasto en el sistema sanitario, en infraestructura afectada por fenómenos climáticos extremos, en cuotas de emisión,…