Clima, efecto invernadero y calentamiento global

El clima es el estado del sistema climático, compuesto por la atmósfera, la hidrosfera, la criosfera, la superficie terrestre y la biosfera. El conjunto de estos elementos determina el estado y la dinámica del clima terrestre. Un mecanismo importante del sistema climático es el efecto invernadero (IPPC 2007).

La temperatura de la Tierra es resultado de un equilibrio entre la energía que recibe del Sol (radiación solar) y la energía que libera al espacio exterior. Alrededor de la mitad de la radiación solar que recibe la Tierra y su atmósfera se absorbe en la superficie. La otra mitad es absorbida por la atmósfera o vuelve a emitirse al espacio por las nubes, pequeñas partículas en la atmósfera, la nieve, el hielo y los desiertos en la superficie terrestre. Parte de la energía absorbida en la superficie terrestre vuelve a irradiarse (o es devuelta) a la atmósfera y al espacio en forma de energía calorífica o térmica. La temperatura que sentimos es una medida de esta energía calorífica. En la atmósfera, no toda la radiación térmica emitida por la Tierra alcanza el espacio exterior. Parte de esta es absorbida y reflejada de nuevo hacia la superficie de la Tierra por las moléculas de los gases de efecto invernadero (GEI) y las nubes (el efecto invernadero), lo que da lugar a una temperatura media global en torno a 14°C, muy superior a la temperatura de -19°C que sentiríamos sin el efecto invernadero natural. La acción del hombre influye de forma significativa sobre las concentraciones de algunos GEI, como el dióxido de carbono (CO2), aunque no así en otros, como el vapor de agua (página web Organización Meteorológica Mundial).

Los dos gases más abundantes en la atmósfera, el nitrógeno (que abarca el 78% de la atmósfera seca) y el oxígeno (que abarca el 21%), apenas provocan un efecto invernadero. En cambio, el efecto invernadero proviene de moléculas más complejas y mucho menos comunes. El vapor de agua es el gas de efecto invernadero más importante y el dióxido de carbono (CO2) es el segundo en importancia. El metano, el óxido nitroso, el ozono y otros gases presentes en la atmósfera en pequeñas cantidades contribuyen también al efecto invernadero (IPCC 2007).

Los gases de efecto invernadero (GEI) son gases traza en la atmósfera que absorben y emiten radiación de onda larga. Envuelven la Tierra de forma natural y, sin ellos en la atmósfera, la temperatura del planeta sería 33ºC inferior. Cada uno de estos gases tiene una capacidad diferente de atrapar el calor en la atmósfera, también denominado “potencial de calentamiento global” (PCM).Todos ellos pertenecen al grupo de gases de efecto invernadero de larga duración (LLGHG, por sus siglas en inglés), porque son químicamente estables y perduran en la atmósfera durante períodos de tiempo que se extienden desde una década a varios siglos, si no más, de forma que sus emisiones tienen una influencia a largo plazo sobre el clima. Algunos GEI aparecen de forma natural (p.ej. CO2, CH4 y N2O), pero el aumento de sus concentraciones atmosféricas durante los últimos 250 años se debe en gran parte a la actividad humana. Otros gases de efecto invernadero son resultado únicamente de la actividad humana (p. ej. HFC, PFC, SF6 y NF3) (IPCC 2007 PNUMA 2012).

Potencial de Calentamiento Mundial (PCM): El dióxido de carbono es la unidad de base con la que se compara a todos los demás gases de efecto invernadero y, por tanto, tiene un valor PCM de exactamente 1. El PCM se calcula para un período específico de tiempo GWP (Global Warming Potential) porque algunos gases permanecen en la atmósfera más tiempo que otros.

La adaptación al cambio en la temperatura es una de las prioridades de la comunidad internacional ya que afecta, por ejemplo, al sector del agua (menor disponibilidad de agua en latitudes medias y bajas, que conduce a un aumento del estrés hídrico para cientos de millones de personas), así como a la conservación del ecosistema (pérdida de especies), de los alimentos y la agricultura (descenso de la productividad de cereales en latitudes bajas, aumento de la productividad de cereales en latitudes altas), la gestión de costas (aumento de daños de crecidas y tempestades), así como al sector de la salud (mayor mortalidad por olas de calor, cambio de la distribución de vectores de enfermedades, como los mosquitos) (PNUD 2009).

La otra prioridad trata de prevenir peligrosas interferencias antropogénicas en el sistema climático, es preciso adoptar medidas para estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Dichas acciones se denominan “mitigación del cambio climático”. De forma más específica, la mitigación incluye:
• reducir las emisiones de GEI, p. ej. logrando una mayor eficiencia energética de los equipos antiguos;
• impedir que se liberen nuevas emisiones de GEI a la atmósfera, p. ej. evitando que se construyan fábricas intensivas en emisiones;
• preservar y potenciar los sumideros y reservorios de GEI, p. ej. protegiendo los sumideros naturales de carbono, como bosques y océanos, o creando nuevos sumideros (“captura de carbono”).
(CMNUCC 2009).

Fuente: Diferentes órganos de Naciones Unidas y otros organismos internacionales.

La eficiencia energética como modelo económico

Las altísimas cifras de coste de energía importada, especialmente la primaria (energía que no ha sufrido ningún proceso previo de conversión o transformación), procedente de combustibles fósiles, convierten a la eficiencia energética y a sus efectos sobre la disminución del consumo, en una premisa básica para el futuro de nuestra economía.

Del mismo modo que en EEUU y el continente asiático están apostando por las TIC y la tecnología, Europa puede primar la eficiencia energética en su modelo de desarrollo, sin descuidar otros nichos de negocio como la nanotecnología o la biotecnología, ya que nuestra precedente dependencia del “ladrillo” hace poco probable la prima de estas y otras opciones con rentabilidad en un plazo relativamente corto, al requerir un alto nivel de cualificación y de inversión.

La dependencia del exterior de energía procedente de recursos fósiles, cada vez más limitados, y la situación de países como China o India, que están disparando el consumo, hacen que aquellos que a medio plazo estén menos subordinados a tales recursos, se coloquen en una situación económica prevalente.

¿Qué modelo de desarrollo podríamos tener para España que genere 56.000 millones de euros, coste de las importaciones energéticas en 2011, según la Agencia Tributaria? Esta cantidad supone el 25% del total de nuestras importaciones y también superior a los 50.000 millones de $ que la ONU estima como necesarios para acabar con el hambre en el mundo.

Y si es tan evidente que la eficiencia energética beneficia directamente a familias y empresas, la pregunta es obligada: ¿Qué razones hay para seguir manteniendo un sistema insostenible que afecta directamente a los ciudadanos? Particularmente en un país que goza de la mayor fuente de energía existente en el planeta, EL SOL.