Las obligatorias certificaciones energéticas tienen consecuencias directas sobre el consumo de energía. El análisis efectuado con la certificación indica los niveles de emisiones de CO2 y de demanda de energía según tipo de consumo, pero lo hace desde un punto de vista teórico para que la calificación sea comparable entre inmuebles aunque, de esta forma, no se tienen en cuenta los hábitos de consumo.

Con el objeto de cuantificar el resultado de la aplicación de medidas de eficiencia energética haremos referencia a una auditoría que analiza todos y cada uno de los elementos que afectan al consumo de forma más pormenorizada. El edificio auditado es de uso administrativo, situado en Cáceres, de 2.500 metros cuadrados, exento y recientemente ejecutado, con lo que ya incorpora equipos eficientes energéticamente. Analizando equipos, aislamiento, aportación solar, intensidad lumínica existente y facturación energética, se aportan soluciones que puedan ser amortizables en periodos inferiores a 4 años.

Iluminancia según orientación

El análisis de la factura propone ajustar la potencia contratada y eliminar la energía reactiva con una batería de condensadores.

La mejora de la iluminación consiste en la incorporación de balastos electrónicos a lámparas fluorescentes, sustitución de lámparas halógenas y fluorescentes por otras de mejor iluminancia y menor potencia, sectorización y automatización de encendido. Además se incorporan equipos de generación de energía renovable.

Con estas medidas, amortizables en cuatro años, la administración pública podría ahorrarse 25.000 euros al año y emitiría un 24 % menos de CO2. Si hiciéramos extensible estas medidas a los 100.000 metros cuadrados construidos de titularidad de la Junta de Extremadura se podría ahorrar más de un millón de euros anuales, dejando de emitir más de 1.600 t CO2 a la atmósfera.

En una experiencia de actuación residencial, en el barrio madrileño de Fuencarral, la rehabilitación de un edificio de los años 60 ha permitido pasar de una calificación energética G (la peor) a una A (la mejor), reduciendo un 92,5 % de las emisiones de CO2 y un 50% el consumo de energía, con una inversión de 12.000 – 15.000 € por vivienda, amortizable en 16 años y ha supuesto una revalorización del inmueble de un 25 % según tasación realizada.

Deja un comentario